Según Scheler las emociones poseen carácter intencional
porque nos ponen en contacto con sus objetivos propios, es decir, con los
valores. De este modo decía que las emociones no pueden estar sujetas a ninguna
norma, porque no se puede obligar a sentirlas, aparecen en el sujeto de modo
totalmente espontáneo (Cfr. BURGOS,
J. M., la filosofía personalista de Karol
Wojtyla, 18.). En la
percepción de Scheler en la esencia de
la moralidad, el acto está presente.
«Aunque esté presente exclusivamente como
una experiencia de la intencionalidad, como un acto intencional dirigido a un valor “material”
particular»( WOJTYLA, KAROL, El hombre y su destino, 162.).
Aquí se pone de
manifiesto que Scheler llegó al convencimiento de que en el campo de la
experiencia moral no hay sitio para la
normatividad.
Wojtyla por su parte, comprende una nueva visión y concepción de la
ética que tendrá como característica conjugar el ámbito normativo y empírico.
La acción será para Wojtyla como una ventana, que le lleva hacia la acción
intencional, y no en el sentido de la realización de la potencialidad interna de la persona, empero Wojtyla está
plenamente de acuerdo con la idea del acto intencional, pero al mismo tiempo
está convencido de que en el campo de la ética, el acto de la persona no puede
estar limitado al acto intencional. El acto ético implica a toda la persona,
pero sobre todo a lo que constituye el núcleo de su personalidad, es decir, su
razón y su voluntad. La valoración más importante de Wojtyla en la ética es
darle importancia a la razón y a la voluntad, porque la inteligencia no tendría
un uso práctico, sino fuera por la voluntad, por ende al separar la voluntad de
la razón no habría armonía.
La independencia
interna del ego en relación con los objetos intencionales de volición (es decir, el valor-fin) queda justificada
por la autodependencia. Así, cualquier interpretación de la libre voluntad para estar en conformidad con la
realidad, debe fundarse en el autodeterminismo del hombre, en vez de
flotar en el aire insistiendo solamente en el indeterminismo
(WOJTYLA, KAROL,
Persona y Acción, 141.)
De esta manera lo que para Kant era
autonomía como independencia de la razón práctica, Wojtyla lo sustituye por autoindependencia. El error de Scheler
es solo descubrir que la emoción me
presenta un valor, pero no tomó en cuenta de que la emoción no me dice qué
actitud práctica debo asumir al respecto. ¿Cuál es entonces, el criterio que
regula nuestras elecciones? El análisis de la experiencia moral muestra que
nuestras decisiones no son tomadas en base a la fuerza emotiva del valor, sino
en base a la verdad del valor. Me siento obligado a elegir un valor en cuanto
lo reconozco como verdadero (Cfr. BURGOS, J. M., la filosofía
personalista de Karol Wojtyla, 21.) Según Wojtyla,
encontramos precisamente aquí el lugar donde se origina la normatividad de la
ética. La verdad con la que me confronto, la verdad que veo y reconozco como
tal me obliga en conciencia. El valor me obliga, pero solo cuando y en cuanto
lo reconozco como verdadero. Sin este momento normativo de la verdad no podemos
describir adecuadamente la experiencia moral.
Autor: Diego Nicolas Chicajau Petzey.
Fuerza emotiva del valor o la verdad del valor, sin duda alguna que Wojtyla apuntó a la segunda, subrayando la autodeterminación de la persona humana en una acción moral, donde prevalece la verdad del valor, la cual encierra per se una cierta normatividad.
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