Metafísica

sábado, 18 de octubre de 2014

BUSCANDO LO INCONDICIONADO: LA RAZÓN KANTIANA

¿Qué puedo conocer? A la anterior cuestión responde la gran obra de Immanuel Kant: La Crítica de la Razón Pura. Dentro de mencionada obra Kant aborda el problema del conocimiento y las condiciones para que este se dé. El filósofo de Königsberg dividió su obra en tres partes fundamentales: estética trascendental, analítica trascendental y dialéctica trascendental, sensibilidad, entendimiento y razón, respectivamente. Las tres grandes facultades del hombre.

El conocimiento humano recae sobre las mencionadas facultades y Kant examina el aporte de cada una en el proceso cognoscitivo. En la estética trascendental, ve la sensibilidad y las condiciones para que esta se dé. Dichas condiciones serán el espacio y el tiempo. Las condiciones mencionadas son de tipo trascendental y por ende, formas a priori de la sensibilidad, vacías de contenido empírico, es decir, puras, pudiendo ser así como dos coordenadas vacías sobre las cuales se ordenan las impresiones sensibles.

  La analítica trascendental fija su atención en el entendimiento y las condiciones que posibilitan los juicios sintéticos a priori. Si la sensibilidad percibe, el entendimiento ordena y comprende lo percibido y lo hace mediante conceptos. Es clásica aquella observación kantiana según la cual, intuiciones sin conceptos son ciegas y conceptos sin intuiciones son vacíos. El entendimiento kantiano es considerado como la capacidad de producir juicios o de juzgar y se da así sobre los fenómenos conocidos y comprendidos y a su vez referidos a conceptos. El entendimiento pues, asocia las imágenes percibidas a un concepto previamente conocido, es decir, puro, así Kant llegó a enumerar hasta doce conceptos puros a lo cual llamó deducción metafísica de las categorías. Estas categorías harán el papel de condiciones trascendentales del conocimiento de los fenómenos. Sin la actividad unificadora del entendimiento, que se realiza por medio de las categorías, el mundo que nos rodea sería un montón de sensaciones caóticas y sin conexión alguna. Las categorías servirán entonces, solo para proporcionarnos conocimientos ordenados y coherentes en el ámbito de la experiencia.

En la dialéctica trascendental, el filósofo de Königsberg, nos llevará a examinar la razón y expondrá la imposibilidad de la metafísica como disciplina científica. Kant da un rotundo no al conocimiento de las realidades que están más allá de la experiencia, es decir, las realidades metafísicas, ya que las categorías sólo pueden usarse con rigor científico aplicándolas a los fenómenos, los cuales solo se nos dan en el campo de la experiencia. En la dialéctica se muestra que la aplicación de las categorías al ámbito más allá de la experiencia es lógicamente inválido y cuna de errores, confusiones e ilusiones, por tanto, esos errores llegan de la ignorancia completa de la distinción entre fenómeno y noúmeno.

La dialéctica, como dijimos arriba, es el lugar donde se trata la razón, facultad que el hombre tiene y que forma parte de su conocimiento. Dicha facultad tiene una tendencia inevitable, la de buscar siempre lo incondicionado y pretende extender su conocimiento más allá de la experiencia, yendo a parar en las preguntas en torno a Dios, el alma y el mundo. Lo anterior se entiende leyendo lo que dice Kant 
«la experiencia jamás da satisfacción completa a la razón.» (Proleg., § 57.)

Immanuel enseña que el entendimiento además de formular juicios, establece conexiones entre dichos juicios. La razón, en cambio, deduce, espontáneamente, conclusiones de dichos juicios. Partiendo de razonamientos, la razón los va haciendo más generales, buscando cada vez reducir los razonamientos y dar con lo más universal. Esto para abarcar y explicar el mayor número de fenómenos. Nuestro filósofo ve, en cierto modo, con malos ojos esta actividad de la razón, puesto que fácilmente buscará lo incondicionado, la causa última, la meta final del Universo: Dios.
Esa tendencia de la razón sería útil, según Kant, solo si se aplica dentro de los límites de la experiencia. Pero no es así, la razón le es rebelde a nuestro filósofo y va inevitablemente al asalto de la unificación de todos los fenómenos físicos y de explicar el mundo por medio de teorías metafísicas yendo siempre tras lo incondicionado. Se refiere a esta acción en la Crup A462/B490:
 <<la razón se ve necesariamente conducida a ella, en el caso de que quiera liberar de toda condición y abarcar en su totalidad incondicionada lo que, según las reglas de la experiencia, nunca puede ser determinado sino en cuanto condicionado>>.
  Ese horizonte que nos propone la razón y sus pretensiones, nunca se alcanza y es visto por Kant como una acción negativa que forma parte inevitable de nuestro conocimiento. Más adelante será la filosofía hegeliana la encargada de dar un papel positivo a la pretensión generalizadora de la razón, llegando a comprender la razón como una capacidad omnicomprensiva de la realidad.

Por: J. Raúl Marroquín M.

4 comentarios:

  1. Excelente orden, progreso y claridad expositiva, buena capacidad de síntesis y de evidenciación del tema electo.

    ResponderBorrar
  2. Inmejorable explicación. No obstante, sigo sin comprender lo que se entiende por incondicionado...

    ResponderBorrar