Metafísica

sábado, 18 de octubre de 2014

SOCIALIS VITA

La relación del yo con los otros

Ningún hombre vive sin mundo y ningún hombre vive aislado de los demás, por eso dice el filósofo más representativo del existencialismo alemán, Martin Heidegger (1889-1976), que «el mundo del Dasein (es decir el del hombre) es un mundo en común (Mitwelt). El estar-en es un coestar con los otros. El ser-en-sí intramundano de los Dasein es la coexistencia (Mitdasein)». (Cf. Ser y tiempo, sec. I, c.4, n.118). 

De este modo hay muchos Dasein idénticos al mío con los cuales co-existo o cohabito. Comparto mi mundo con ellos, y se proyectan también en el mundo como hace mi yo; pero ¿habrá alguna relación entre los otros Dasein y el mío? O ¿sólo existe el común proyectarse entre ellos y yo, que no nos mueve a tratarnos el uno al otro y que cada quién lucha en la vida cotidiana en las actividades concernientes? 

La respuesta resulta ser positiva, hay una relación entre los otros Dasein y el mío, pero esa relación no es la misma como la que se da con las cosas del mundo que se expresa con el término ocupación, que lo podemos interpretar como el trabajar con las cosas, o dicho de otro modo, las cosas son útiles para mí, las cosas son para el Dasein para que las manipule. La relación, en cambio que se da entre los otros Dasein y el mío es más adecuado expresarlo con el término solicitud, que significa literalmente preocupación-por (los demás) al igual que el latín Sollicitudo, -inis, que quiere decir inquietud, preocupación, etc., aplicada especialmente al trato con las personas, tal como expresa el mismo Heidegger en su obra ya citada Ser y tiempo: «El ente en relación con el cual el Dasein se comporta en cuanto coestar no tiene empero el modo de ser útil a la mano como las cosas, porque es también un Dasein. En consecuencia de este ente no es posible ocuparse, sino que es objeto de solicitud». (Cf. Ser y tiempo, sec. I, c.4, n.121).

Y este preocuparse por los demás toma dos direcciones importantes, la de sustraer a los demás sus propias preocupaciones llevándoselas en sí mismas y a la de ayudar a conquistar la libertad de asumir sus preocupaciones. Sobre esto se funda la actividad o vida social que se organiza institucionalmente. Preocupándome por los demás asumo la actitud más propia de mi ser-con-los-otros, que en palabras de Heidegger  «sólo esta es la auténtica solidaridad que hace posible un tal sentido de las cosas, que deje al otro en libertad para ser él mismo y así formar una sociedad de personas libres». (Cf. Ser y tiempo, sec. I, c.4, n.122).  

Sin embargo, Heidegger, no se queda con esta postura positiva, sino que poco a poco lo arrastra a la espeluznante tragedia de la vida. Le preocupa que la relación con los otros Dasein le arrebate su propia identidad, como dice él, que «el Dasein, al absorberse en el mundo de la ocupación y en el coestar con los otros, deja de ser él mismo. ¿Quién ha tomado el ser entonces? –se pregunta- El coestar indica que el Dasein está sujeto al dominio de los otros en su convivir cotidiano. No es él mismo quién es; los otros le han tomado el ser». (Cf. Ser y tiempo, sec. I, c.4, n.124). 

Entre los otros entonces, el Dasein se diluye y pierde su personalidad, porque para vivir en sociedad es necesario acomodarse a los usos y costumbres, modos y reglamentos de esta sociedad. Y así para Heidegger, el hombre social no es más que un ser gregario y no un ser único e irrepetible entre los demás. 

En fin, el gran trabajo de Heidegger, es la sublime invitación a preguntarse por el sentido del ser, por el sentido de la vida y no perdernos en las cosas del mundo y en las pomposas novedades que nos ofrece la sociedad no sólo de su tiempo sino también del nuestro.  
Por: Domingo Ujpán

2 comentarios:

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  2. Buena puntualización temática (la vida social) y precisa citación de la fuente bibliográfica. Escasa creatividad de planteamiento y de ejemplificación.

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