Metafísica

miércoles, 22 de octubre de 2014

«JUEGOS DEL LENGUAJE» (SPRACHSPIELE)

   En la filosofía del lenguaje, el filósofo analítico considera que la misión de la filosofía, no es otra cosa que desentrañar los mecanismos que rigen el lenguaje conceptual (función terapéutica), a fin de identificar los errores o confusiones que se introducen en el habla cotidiana. Ludwin Wittgenstein (Austria 1989, en su primera obra Tractactus Lógico – philosophicus (1922), la filosofía encuentra una función meramente pragmática; una actividad de clarificación de las ideas, delimitando con claridad lo que puede ser pensado y expresado en modo significativo. En su obra póstuma Las Investigaciones filosóficas (1953), toma distancia respecto a las ideas expresadas en el Tractactus. En ella, concibe que el ámbito del sentido es más amplio que lo demarcado por las férreas leyes de la lógica matemática y de la experiencia. Pues el sentido de las proposiciones y de las palabras nace del uso que de ellas hacemos en el lenguaje. Desde este análisis se deduce que una palabra u oración tiene el sentido que nosotros le hemos dado,  y no porque estén dotados de algún poder independiente de nosotros. Por ende, para comprender su significado hay que examinar en que circunstancia le fue asignado; tarea que es fruto de la observación de las palabras en el lenguaje, donde se descubre que el sentido no es unívoco como lo expresado en el Tractactus, sino análogo o contradictorio sino se tiene en cuenta el contexto lingüístico ¡No piense, mire primero! Y para afrontar estas peculiaridades introduce el juego del lenguaje: 
«se trata de las reglas que los hablantes deben seguir en los distintos ámbitos en los que se utiliza el lenguaje, para poder articular una idea o dialogo que sea significativo en cada contexto lingüístico concreto» (Hist. Fil. Cont. Mariano Fazio – Francisco Fernández, pp.234)

   Desde esta perspectiva el sentido entraña una concepción pragmática porque el significado no depende de su correspondencia con un estado de cosas en el mundo, sino de su congruencia y uso adecuado dentro del juego de la lengua que corresponde. Rechazando de este modo un lenguaje ideal, como lo propuesto en el Tractactus. Así mismo, las proposiciones lógicas y matemáticas al no tener representaciones (referencia empírica) carecen de sentido, pues «de lo que no se puede hablar, es mejor callar». Por tanto, es necesario superar estas proposiciones para mirar correctamente el mundo, pues las proposiciones del lenguaje representan el mundo.

   Por consiguiente, el autor en su obra póstuma, afirma que solo existen los lenguajes reales y lo que hay que hacer es comprender el mundo a través de esos lenguajes, pues las palabras cobran sentido dentro del juego que hacemos con ellas. El lenguaje no solo representa los hechos del mundo, sino se trata  en último término de una relación interpersonal, en la que nos relacionamos mediante diversos juegos. Esta diversidad de juegos que se interfieren  está sujetos al cambio histórico, poniendo en evidencia que no existe un solo lenguaje.


   Y que estudiar un lenguaje es estudiar una forma de vida, pues es parte de la historia natural y de la conducta del hombre; es decir, hablar un lenguaje es parte de una actividad o forma de vida (cultura). 


Pedro Anibal Buch Xicay

1 comentario:

  1. Estupenda síntesis de las dos etapas del pensamiento del autor. Falta profundización en algún aspecto específico.

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